Factores externos que influyen en el crecimiento del cabello
Cuidado con las carencias nutricionales y la hidratación
Las carencias nutricionales repercuten directamente en la salud capilar. Para estimular el crecimiento del cabello, apuesta por:
- La vitamina D, por su papel en la producción de folículos pilosos y el crecimiento del cabello
- El zinc, que interviene en la síntesis de la queratina y activa la microcirculación sanguínea del cabello
- La vitamina B, que ayuda a producir queratina y mantener sano el cabello.
- El hierro, que ayuda a oxigenar las células reproductoras del cabello.
La hidratación contribuye activamente a la circulación sanguínea del cuero cabelludo, esencial para llevar nutrientes y oxígeno a los folículos pilosos. Al igual que la piel, el cuero cabelludo está formado por varias capas que necesitan agua para mantenerse equilibradas y favorecer el crecimiento del cabello. El agua también forma parte de la composición del cabello: un cabello bien hidratado es más flexible, elástico y resistente.
Para mantenerte bien hidratado, te recomendamos beber entre 1,5 y 2 litros de agua al día, regularmente a lo largo de la jornada. Un agua de buena calidad, renovada con frecuencia, también proporciona un aporte variado de minerales.
El impacto del estrés y los cambios estacionales
En caso de estrés intenso o prolongado, el organismo produce grandes cantidades de cortisona. Este pico hormonal interrumpe el ciclo vital del cabello: el cuerpo precipita una gran parte de folículos pilosos a la fase de caída.
El estrés también tiene efectos negativos en la fase de crecimiento al desviar el flujo sanguíneo del cuero cabelludo. Recibe menos nutrientes y menos oxígeno, y ya no es capaz de "nutrir" el cabello eficazmente. En consecuencia, los cabellos crecen más lentamente, son más finos y pueden ser menos numerosos.
El estrés capilar puede ser más intenso durante los cambios estacionales. Las variaciones de las condiciones climáticas, radiación solar, temperatura, humedad, alimentación… todo influye en nuestro metabolismo.
Para prevenir sus efectos y compensar su acción, debes adaptar tu rutina con una prioridad en cada una de las estaciones: en primavera, estimular; en verano, proteger; en otoño, fortalecer; y en invierno, nutrir. Todo ello ajustando la rutina capilar a las necesidades personales.