5 errores comunes sobre el crecimiento del cabello
El crecimiento del cabello suele estar rodeado de creencias populares, algunas de ellas muy arraigadas, pero rara vez basadas en pruebas científicas. Distinguir los hechos de las ideas preconcebidas erróneas es fundamental para adoptar medidas realmente eficaces que acompañen el crecimiento capilar.
"Cortarse las puntas acelera el crecimiento"
Cortarse el cabello no tiene ningún impacto directo en el ritmo de crecimiento, que tiene lugar a nivel del cuero cabelludo. En cambio, eliminar las puntas dañadas evita que se rompan y proporciona unos largos visiblemente más sanos y uniformes.
"Espaciar los lavados favorece el crecimiento"
Un cuero cabelludo sano es indispensable para el crecimiento. Dejar que el sebo, las impurezas y los residuos de productos se acumulen puede ralentizar el crecimiento. Lo mejor es utilizar un champú adaptado a tus necesidades y la frecuencia de lavado para mantener el equilibrio del cuero cabelludo.
"Dormir con el cabello recogido permite evitar la rotura"
Todo depende del tipo de recogido. Un peinado demasiado apretado o una goma elástica inadecuada pueden debilitar la fibra. Si quieres recogerte el cabello por la noche, opta por una trenza suelta y un accesorio suave (un coletero de seda o algodón, por ejemplo).
Con cuidados específicos y una rutina constante, es posible tomar medidas concretas para mejorar la vitalidad del cabello, lejos de ideas milagrosas falsas.
"Las mascarillas y los cuidados aceleran el crecimiento del cabello"
Los cuidados capilares nutren la fibra, previenen la rotura y protegen los largos de las agresiones externas, con una mejora visible de la calidad y el aspecto del cabello.
Sin embargo, estos cuidados no tienen un efecto directo sobre la velocidad de crecimiento. El crecimiento del cabello depende sobre todo del folículo piloso, que está anclado en el cuero cabelludo, y del estado general del cuero cabelludo.
"El cabello de todas las personas crece a la misma velocidad"
Falso. La velocidad de crecimiento varía de una persona a otra en función de la edad, la genética, el estado general de salud y el equilibrio hormonal. Adoptar una rutina adaptada permite optimizar el propio ritmo de crecimiento.