Mis productos René Furterer de la A a la Z

Formular, probar, ¡listo! 

Para los que se perdieron el primer episodio, todo empieza con las plantas. Son las plantas las que nos inspiran, las que nos guían. Nuestra capacidad para diseñar y proponer productos seguros, eficaces y responsables depende de nuestro conocimiento y respeto por ellas. Una vez que la planta se ha transformado en un extracto y sus beneficios se han concentrado en un ingrediente activo, entra en juego el proceso de formulación y ensayo. ¡Vamos a verlo!

Lea el primer episodio

El arte de combinar

Formular un producto es el arte de combinar ingredientes naturales para revelar su eficacia, sensorialidad y complementariedad. ¡No es una tarea para un químico aficionado o un chef en formación!

Desde el principio del proyecto, se trata de alinear las cuestiones capilares (¿qué uso?, ¿qué beneficios?, ¿qué tipo de fórmula?) con los requisitos de diseño ecológico (reciclabilidad de los envases, biodegradabilidad de las fórmulas, preservación de los recursos) y las prioridades de desarrollo (¿qué dispositivo industrial?, ¿qué plan de pruebas clínicas?, ¿qué requisitos reglamentarios?, ¿qué tipo de preparación?, ¿qué tipo de envase?). Esta etapa inicial reúne a todos los expertos en Investigación y Desarrollo en torno a la misma mesa para esbozar un concepto coherente y determinar la formulación adecuada. No se contempla ningún proyecto que no cumpla desde el principio todos los criterios de desarrollo sostenible de René Furterer.

Una vez que este concepto ha sido aprobado por todos los implicados, es el momento de diseñar la fórmula del producto "de verdad". Nuestros expertos en galénica (la ciencia de la creación de productos cosméticos y farmacéuticos) prueban entonces las texturas, las combinaciones, las fragancias y los efectos, al igual que un chef ajustaría el equilibrio de sabores de su plato estrella hasta la perfección. Se hace hincapié en la biodegradabilidad de las fórmulas seleccionadas y en la seguridad de los componentes para el medio ambiente, especialmente cuando se trata de productos que se aclaran.

En esta fase de diseño participan todos los conocimientos clínicos de la empresa para empezar a elaborar los planes de evaluación de los ingredientes y materiales que se están considerando. Estos planes permitirán probar las afirmaciones deseadas para el producto final. También se inician las pruebas in vitro con pequeñas células madre, reconstituciones reales de la piel, para determinar la seguridad de los ingredientes en esta fase para integrarlos en la fórmula final.

¡Bajo el microscopio!

A continuación, la fórmula se somete a un examen de seguridad, toxicidad y estricto cumplimiento de las normas reglamentarias. Una vez que se ha dado luz verde, sale de los laboratorios para convertirse en un lote piloto de casi 400 libras y poner en marcha el programa de evaluación clínica. Los estudios in vivo se llevan a cabo según estrictos protocolos que van más allá de los requisitos europeos. Pierre Fabre y René Furterer realizan cada año más de 1.000 pruebas y estudios clínicos. Nada se deja al azar: analistas, toxicólogos, clínicos y dermatólogos lo examinan todo, hasta la estabilidad de las fórmulas en condiciones extremas de frío, calor o luz.

Una vez concluidos estos estudios, se elabora el expediente de información del producto. Contiene todos los informes de evaluación y autoriza el inicio de la industrialización de la producción.

Desde el primer esbozo hasta las puertas de la fábrica, pueden pasar de 18 meses a dos años, y tres en el caso de una innovación de producto importante que requiera un proceso más extenso. Se trata de un largo periodo de preparación, pero necesario para garantizar que todos nuestros productos sean sanos, seguros, eficaces, sostenibles y capaces de satisfacer el cabello de aquellos para los que los hemos diseñado.