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El ingrediente adecuado

¡El champú sin sulfatos, por favor!

El champú: ¿con o sin sulfatos?

Cuestionados, criticados, excluidos, incluidos, los sulfatos son uno de esos ingredientes cuya ausencia en los productos nos tranquiliza hoy en día, y no siempre entendemos por qué. Las siliconas y los parabenos constituyen los tres primeros ingredientes a evitar, cuya prohibición se exhibe con orgullo en el envase. Pero, ¿por qué retirarlos de las fórmulas después de un servicio tan leal? ¿Cuáles son las alternativas? Te contamos todos los detalles.

¿Qué son los sulfatos?

Al igual que con las siliconas, no hay solo uno, sino VARIOS sulfatos, y no todos son iguales. Los sulfatos son sustancias sintéticas que se obtienen mediante un proceso llamado sulfatación: se trata de una reacción química entre el ácido sulfúrico (procedente del azufre) y un alcohol graso de origen vegetal (como el aceite de coco).

Hay dos tipos principales: SLS (lauril sulfato de sodio) y SLES (lauril éter sulfato de sodio). El primero es el causante de la mala reputación de toda la familia. Irritante y cáustico, el SLS es conocido por sus propiedades detergentes. Se puede encontrar mucho más allá del campo de la cosmética, incluso en la limpieza industrial. El SLES se obtiene mediante la etoxilación, un proceso químico que hace que las moléculas de los ácidos grasos sean más solubles en el agua, lo que lo hace menos irritante y menos agresivo.

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Se trata de una reacción química entre el ácido sulfúrico y un alcohol graso de origen vegetal.
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¿Cuál es su problema?

Entonces, ¿por qué se incluyeron tan fácilmente? En primer lugar, porque hacen espuma, y durante mucho tiempo hemos mantenido la idea de que «espuma = eficacia». ¡Pero sobre todo porque son superlimpiadores! El problema es que tienden a hacer su trabajo demasiado bien.

Los sulfatos eliminan toda la suciedad, pero su poderosa acción irrita el cuero cabelludo, ya que también lo despoja de su precioso sebo. Para luchar contra este desequilibrio repentino, el cuero cabelludo comienza a producir sebo en grandes cantidades, y ya sabemos el resto: el cabello se vuelve graso, por lo que volvemos a lavarlo, lo que vuelve a crear un desequilibrio. Con el tiempo, el cabello se reseca al eliminar la grasa con cada champú, y pueden empezar a aparecer picores y caspa.

¿Qué hacer?

Al igual que con las siliconas, el primer paso es identificar el tipo de sulfato en las fórmulas diarias. Evita el SLS si todavía puedes encontrarlo, ya que se está volviendo bastante inusual. Para el SLES, es cuestión de la concentración. En general, los productos que lo contienen tienen dosis muy bajas y están perfectamente formulados para no causar ninguna irritación. En René Furterer llevamos varios años trabajando de esta forma: nuestras nuevas fórmulas no contienen sulfatos. Todavía se pueden encontrar algunas gamas con SLES, pero su concentración se ha reducido hasta un punto que los hace inofensivos. La seguridad y la tolerancia de estas fórmulas se han probado dermatológicamente mediante nuestros ensayos clínicos. En las fórmulas sin sulfatos, se sustituyen por tensioactivos naturales de origen vegetal, como el coco-glucósido, obtenido del aceite de coco y la glucosa de mandioca. Su espuma es más ligera, pero son igual de eficaces y más suaves para el cuero cabelludo.

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