De la planta al aceite esencial
Decimos «lavanda» pero más bien deberíamos hablar de ella en plural: las lavandas, o lavándula, son un género de plantas de la familia de las lamiáceas que incluye más de cincuenta especies. Plantas melíferas adoradas por las abejas, las lavandas crecen en suelos calcáreos, secos y soleados. La lavanda «verdadera», o Lavándula angustifolia, es la estrella de la familia. Crece a partir de los 1200 m de altitud como un pequeño arbusto con tallos de 30 a 60 cm de altura. Se encuentra en Francia en la región de Sault, en el Vaucluse, donde se cultiva en campos que florecen a principios de verano.
Se recoge cuando la flor está marchita en sus tres cuartas partes, en un momento específico del día que afecta a la composición química de la esencia que se puede recoger. A continuación, las flores recogidas se destilan mediante destilación al vapor para obtener el aceite esencial.
Regenerador de la piel, calmante y purificante, el aceite esencial de lavanda natural es un elemento imprescindible de la aromaterapia. En difusión o aplicado, es un referente para los problemas de la piel y los periodos de ansiedad. Su aroma intenso y floral es reconocible al instante y evoca una sensación de calma y relajación.
Por lo que respecta al cabello, ejerce sus beneficios en el cuero cabelludo gracias a su acción tonificante que estimula la microcirculación, que favorece el crecimiento del cabello. ¡Está más fuerte, más brillante y recupera su vitalidad!